Gabe Marcelo, con 26 años y un corazón débil, no estaba seguro de poder cumplir su sueño: jugar a Breath of the Wild antes de morir. Gabe sufría de un defecto congénito de corazón, que le había hecho pasar muchas veces por el quirófano. Los videojuegos le entretenían, le divertían y le permitían la libertad que su cuerpo le negaba.
La saga Zelda, desde que tuvo su primer contacto de bien pequeño con Link’s Awakening, fue una de las preferidas de Gabe. Según su madre, Anita Marcelo, Breath of the Wild se convirtió en su motivo para seguir viviendo. Su hermano Jaime, a través de las redes sociales, consiguió la atención de Nintendo. El apoyo de la gente, fans como él que le dejaban mensajes por Internet, era su sustento en los momentos en los que peor se encontraba. A pesar de que sabía que su condición empeoraba, le decía a su madre que no se preocupase, que podía ser peor.
Nintendo le invitó a su sede en Redmon, donde pudo cumplir su sueño y jugar durante más de media hora a Breath of the Wild. Según su madre, en el juego era lo que le cuerpo no le permitía en el mundo real: caminar, sentir el aire fresco. Era el mundo maravilloso en el que él hubiese querido vivir.
Su hermano confirmó que en esos momentos era pura felicidad, algo muy difícil por su condición en aquellos momentos. Pero su condición física siguió empeorando. Las palabras de la madre son conmovedoras:
La noche antes de morir, me llamó a su habitación. Quería que viese un tráiler que había descargado. Al final del vídeo, decía 3-3-17. Me miró y me dijo “¡voy a conseguirlo!” En ese momento era feliz. Le recordé que ya había podido jugarlo… pero comprendí lo que quería decir.
El pasado 14 de enero, Gabe fallecía en paz. Su hermano Jaime comentó que cuando pudiese jugar al juego, en marzo, no estaría solo.
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Ai, que lloro