El enemigo más emblemático de Breath of the Wild es el Guardián, un monstruo tecnológicamente avanzado que persigue al protagonista y, hasta bien avanzado el juego, supone un reto vencerlo.
La pieza musical que acompaña las batallas de Link con estos terrores tecnológicos está muy conseguida, y crea una atmósfera de tensión ideal para ambientar el desigual enfrentamiento con este cíclope robótico. Radiarc ha creado una versión de tipo orquestal que se aparta de la original sin perder su esencia, una remezcla con tonos electrónicos que nos recuerdan la naturaleza electromécánica de la infame bestia poseída.
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